Nuestra segunda placa de la Ruta de Personajes Ilustres que, desde el pasado mes de mayo, podemos realizar por Villanueva del Duque es la que reconoce a Dña. Josefa Fernández Benítez y sus progenitores por su dedicación a la enseñanza en nuestro pueblo.
De este modo, un 15 de septiembre de 1887 nacía en Villanueva del Duque María Josefa, una niña de fuerte vocación religiosa, muy apegada a sus progenitores y a la cual, sin duda alguna, debemos la construcción de un edificio que forma parte de la historia de nuestro hermoso municipio.
Sus padres, Francisco Fernández y Francisca Benítez, no quisieron separarse de la que fue su única hija así que, dándole riendas sueltas al sentimiento religioso de su pequeña, decidieron construir un convento en Villanueva del Duque. Para poder hacer realidad ese sueño, tuvieron que vender parte del patrimonio que por entonces tenían e ir comprando alguno de los solares que colindaban con su casa. De esta manera, en 1918 se inauguraba un Colegio de Enseñanza que, desde el principio, estuvo regentado por las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús. Todos lo trámites que tuvieron que realizarse, los efectuó el párroco que, por aquél entonces, tenía nuestro pueblo: Don Guillermo Moreno Romero. Nuestra actual residencia de ancianos –fieles precursores de la sabiduría de la vida— fue, por aquellos años, un recinto repleto de pequeños pupilos con sed de aprender.
La casa de María Josefa Fernández Benítez estuvo siempre comunicada con el colegio a través de los corrales. Nuestro personaje ilustre de este sábado solía ir tres veces al día a la capilla de la escuela para rezar y, entre oraciones, se relacionaba con los pequeños, los cuales no dudaban en llamarla cariñosamente “señorita”. La generosidad de esta familia fue equiparable a cualquier visión mágica desde lo más alto de nuestra sierra. Fueron gigantes los esfuerzos que hicieron para habilitar el colegio sin que faltase detalle alguno. Desde las salas de los colegiales, hasta las dependencias de la Comunidad, y la ornamentación de la nueva capilla, cuyo capellán fue Don José Elías, muy querido por todo el pueblo, y quien vivió en la misma casa de María Josefa, ejerciendo con ella labores de padre y consejero espiritual. Estuvieron siempre al frente de su mantenimiento para que las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús se dedicaran en cuerpo y alma tan sólo a la enseñanza y al bienestar de sus alumnos.
María Josefa fue una mujer de aspecto señorial y callado que siempre medía sus palabras. En sus oraciones repetía al levantarse: “Señor, que no diga lo que no deba decir, pero que no calle lo que tenga que decir”. Era seria, respetuosa, muy perfeccionista, metódica y ordenada. Le gustaba la música y cantaba muy bien. Le gustaba escribir. A pesar de su posición económica y social, María Josefa vivió una vida austera. Ella misma se cosía sus propios vestidos.
Tras su muerte en 1964, María Josefa Fernández Benítez nombró herederas de todos sus bienes a la Congregación y, desde entonces, el Colegio de Enseñanza pasó a ser una residencia de ancianos, que hoy sigue siendo regentada por las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente, éstas religiosas han convertido la “Residencia de Ancianos Sagrada Familia” en un modernísimo edificio en el que residen más de sesenta personas mayores.
Lucía Suárez para villanuevadelduque.com